BREVE HISTORIA DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
Desde 1978 España es un Estado cuya Constitución lo define como un “Estado social y democrático de derecho”. Como todo estado constitucional, se basa en la soberanía popular. Para calibrar la importancia de este hecho, conviene hacer un breve recorrido histórico.
La primera constitución española fue la de Cádiz de
1812, que instauró en nuestro país la monarquía constitucional (el rey no estaba ya por encima de la constitución, sino sometido a ella). Durante el siglo XIX, se sucedieron en España
distintas constituciones. La más duradera fue la de 1876. Con la instauración en España de la Segunda República se promulga la constitución de 1931, en la que se establecía la República como forma e Estado. El 18 de julio de 1936 se produjo el levantamiento militar contra la República
que derivó en la Guerra Civil española. La victoria de los sublevados en 1939 acabó con el sistema democrático de la República. Durante casi cuatro décadas, el general Francisco Franco gobernó
España con un régimen dictatorial. Tras la muerte de Franco en 1975, se inició el proceso de transición política de la dictadura a un sistema democrático que convirtió España en un monarquía
parlamentaria, consagrada en la Constitución de 1978. Para saber un poquito más sobre nuestra Constitución, solo tienes que pinchar aquí.
LA CONSTITUCIÓN DE 1978
El 6 de diciembre de 1978 el pueblo español aprobó en referéndum la Constitución, con un 88% de los votos afirmativos. Nuestra constitución establece que el Estado español es una monarquía parlamentaria. Esto significa que la soberanía popular descansa en el pueblo español y en las Cortes elegidas por el voto popular. El Rey es el jefe del Estado. No gobierna, pero tiene las siguientes funciones:
· Debe moderar (desde una postura neutral) las relaciones entre los distintos poderes del Estado y entre las distintas Comunidades Autónomas.
· Representa al Estado en las relaciones internacionales.
· Ostenta el mando supremo de las Fuerzas Armadas, si bien precisa de la autorización de las Cortes para declarar la paz o la guerra.
La Constitución del 78 establece la separación de poderes. Nuestra Constitución garantiza la participación popular en los asuntos políticos a través de la pluralidad de partidos políticos, que deben funcionar también democráticamente. Para la interpretación de los derechos y libertades, la Constitución remite a la Declaración Universal de Derechos Humanos. De acuerdo con esto, reconoce el derecho a la vida, a la igualdad física y moral, igualdad ante la ley, derechos civiles y sociales, libertad ideológica, libertad de residencia y circulación, libertad de expresión, etc. En lo referente a las relaciones entre el Estado y la Iglesia, nuestra Constitución instituye la libertad religiosa y de culto. También consagra el sistema de libre producción y comercio basado en la oferta y la demanda y la propiedad privada.
Debido a la importancia de la Constitución como base de nuestro sistema legal de convivencia, la propia Constitución dispuso la creación de un órgano (Tribunal Constitucional), que tiene como misión determinar la constitucionalidad de las leyes así como proteger y defender a cualquier ciudadano en sus derechos y libertades fundamentales.